La promesa de felicidad: la novela rosa y el placer de la lectura afectiva

Publication year
2022
Pages
65-94
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el lugar privilegiado que mantiene la novela romántica o “rosa” en el gusto del público femenino hoy, tema del que se ocupa Nattie Golubov en su artículo “La promesa de felicidad: la novela rosa y el placer de la lectura afectiva”. En este texto, su autora echa por tierra estereotipos y prejuicios asociados tanto al género como a la supuesta impericia e ingenuidad de las lectoras, para proponer, siguiendo a Sarah Ahmed, que la novela rosa es un “objeto feliz” cuya lectura promete placer, y en cuyo proceso las lectoras “se transforman a sí mismas en participantes activas en la circulación del afecto”, una economía que implica el cuerpo y las emociones simultáneamente. De ahí que Golubov reconozca en la novela rosa agencia política y social, citando a Rita Felski, al “procurar nuestros afectos, conquistar nuestras emociones y nutrir nuestras obsesiones”. Como se desprende de este artículo, el horizonte analítico e interpretativo del que participa —y en eso coinciden también las demás participantes—no se afilia a la concepción hegemónica sobre la lectura desarrollada por las teorías de la literatura, sino que combina los estudios sobre el cuerpo con el llamado “giro afectivo”, que ha orientado el foco de atención en la experiencia emocional y afectiva implícitas en muy diversas prácticas sociales. (17-18)

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Sara Ahmed indica que la felicidad, entendida como un afecto, es una forma de sociabilidad basada en un vínculo social positivo creado por el apego, investimiento y alineación con un “horizonte de la felicidad” (una promesa) y los objetos “pegajosos” que acercan (orientan y reorientan) a ese horizonte. La novela rosa participa activamente en la transmisión de este afecto porque estructuralmente está orientada hacia el final feliz, tal y como cultural y socialmente la felicidad misma es una meta, y todo lo demás (el amor de una pareja o la pertenencia a una familia) es sólo un medio para alcanzarla. Podemos entonces decir que un ejemplar de una novela rosa es en sí mismo un “objeto feliz”, además que sus páginas están colmadas de “cosas que nos conmueven tanto que, al pensar en la felicidad, pensamos en ellas”. (67)

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El final feliz de la novela rosa ha sido blanco de dos de las acusaciones más feroces que recibe el género: es formulaico y poco realista. En este trabajo, por el contrario, dicho final es un elemento narrativo con affordances que instigan la lectura placentera, su predictibilidad e irrealismo incluso son elementos que potencian este placer. (68)